EL COMIENZO DEL FIN

CAPÍTULO I

Después de un extenuante año 2019, Agustín González un médico de treinta y tres años; soltero, esforzado, proveniente de una familia humilde, debió enfrentar una gran crisis social vivida en Chile que dejó a miles de damnificados. Aún recuerda los pasillos llenos de personas heridas en la clínica de San Javier, aunque también recuerda las duraderas y estresantes jornadas de trabajo que le debía cumplirle a Beatriz, dueña y jefa de la clínica donde trabajaba, una mujer muy antipática y extremadamente estricta, siempre vestía con sus largos y hermosos atuendos, se convirtió en dueña de la clínica después de que falleció su esposo. Agustín necesitaba tomar unas vacaciones para poder desestresarse, Beatriz se lo cedió, pero antes de irse dejó todo ordenado y planificado en la clínica para su receso, lo reemplazaría su amigo Matías que al igual que él era un joven médico. Agustín y Martín se habían conocido el primer año de universidad, Martín era un joven un poco soberbio pero realiza bien su trabajo. Agustín necesitaba tomar esas vacaciones para poder estar mejor anímicamente, -“volveré a finales de febrero” se despidió de sus amigos Matías, Don Tito, Luchito, y de su familia. Luego se embarcó en un crucero, con escala en Singapur, España e Italia.

Recorrió distintos lugares de Europa y Asia, navegando con el crucero, que era muy grande y lujoso, de color blanco con muchas ventanas; por la noche las luces se reflejaban en las oscuras aguas, cruzó por el ancho Océano Pacífico, sus heladas aguas eran de color azul cristalina durante el día y al llegar a cada lugar el color del mar iba cambiando, a veces era muy azul y a veces se tornaba  color turquesa.

Durante varios días recorrió el crucero, para ver si algo allí le llamaba la atención, porque siempre había sido curioso, y mientras caminaba, observaba atentamente a una pareja discutiendo en italiano; de pronto, por descuido tropieza con una mujer, imposible no reconocerla, era Isabela, su antigua novia, ella seguía igual, con su pelo color cobrizo y crespo, su cicatriz en la frente y su lunar en el labio.

Un recuerdo floreció inmediatamente, cuando ambos tuvieron que terminar su relación para siempre…

Estaban sentados en la plaza de San Javier, todo florecía, Isabela tenía que contarle una noticia a Agustín. Isabela dijo: “Tengo que contarte algo, como sabes, la situación de nosotros económicamente está muy mala, mi papá aún no puede encontrar trabajo aquí en San Javier, sólo vivimos con la pensión que recibe mi mamá, así que han decidido que tenemos que irnos de la ciudad, un amigo de mi papá le ofreció empleo en una fábrica textil en Antofagasta, es por eso que nuestra relación se deberá terminar… Adiós Agustín.” Ella terminó la relación lo más rápido posible ya que, no quería hacer sufrir tanto a Agustín. Aún no sabía que algún día se reencontrarían.

… Ambos se miraban, sin decir nada, lo único que se oía era la brisa del viento.

CAPÍTULO II

Y ahí estaban, frente a frente después de 20 años, situados en la proa del crucero, conversando durante varios minutos

-Agustín preguntó ¿Qué fue de tu vida?  

Me casé y tuve hijos y….

¡Achís, Achís, Achís! Interrumpió un señor la conversación

-Señor como estornuda en mí cara, dice Agustín

Désolé (lo siento), responde el señor

La respuesta de Isabela incomodó y descompuso a Agustín

-Me voy, lo siento, me están esperando, respondió apresuradamente Agustín

-Pero como, no te vayas…

El 25 de febrero Agustín regresó a Chile, después de unas merecidas vacaciones, el crucero terminaba en España, luego debía tomar un avión desde España a Santiago de Chile, desde allí Agustín debía tomar un bus hacia Talca, y por último tomar un taxi que lo dejara en San Javier. El lunes retomó su trabajo como médico en la clínica, todos lo estaban esperando, por dos razones; la primera es que es una buena persona con todos en la clínica, incluso con Beatriz, y la segunda es que le tenían que entregar un premio por el reconocimiento de su labor, un premio muy importante para su carrera como médico, todos sus amigos de la clínica estaban muy contentos, sobre todo don Tito (Héctor) el médico más antiguo de la clínica, tiene 77 años, posee una gran trayectoria, y al igual que Agustín es una buena persona, fue el profesor de Agustín en la universidad, también convenció a Javier el esposo fallecido de Beatriz a que lo dejara trabajar en la clínica, a Agustín le ha costado llegar a donde está, al igual que a Tito le había costado llegar a la posición en la que se encontraba actualmente

Agustín realizó una fiesta en su casa, para celebrar la obtención de su premio, invitando a sus amigos de la clínica, Matías, Don Tito y Luchito, este último era un hombre muy alegre dentro de la clínica se dedicaba a hacer el aseo, invitó también a Beatriz, pero ésta no asistió. La invitada de honor fue su madre una mujer orgullosa, que había quedado viuda hace un par de años, era pequeña y usaba lentes, puesto que ya le costaba ver, también invitó a la celebración a su hermana Javiera y a su abuelo Ramón.

CAPÍTULO III

Agustín conversó con todos los invitados de la fiesta, y de un momento a otro comenzó a estornudar y toser

-¡Achís, Achís!

Todo bien, preguntaba su madre

-Sí todo bien, es un simple resfrío.

Lo que no sabía Agustín, era que, ese simple resfrío que tenía se convertiría en el primer síntoma de Covid-19, transformándose así en el primer contagiado en Chile. Al otro día, el 01 de marzo, Agustín amaneció con algunos síntomas: tenía dolor y picazón de garganta, fiebre, sobre los 38°C, pérdida del sentido del olfato, además del resfrío y de la tos seca. Él como médico, sospechaba de qué se podría tratar, pero para estar más seguro llamó a una ambulancia diciendo que podría tener coronavirus, inmediatamente tuvo que hacerse el examen PCR y esperar los seis días que demora para obtener el diagnóstico, mientras tanto el temor y el miedo se apoderaron de él, la angustia por saber si realmente tenía el virus, y lo peor de todo si es que había contagiado a alguien de su familia o a alguien de su trabajo, por lo pronto solo le restaba esperar, hospitalizado en la clínica, sin acercarse a nadie.

El 07 de marzo le dieron la noticia de que portaba el virus, y de que debía hacer cuarentena durante catorce días, para luego ir observando el comportamiento de la enfermedad, hasta la recuperación, por ahora deben presentarse todos los que han estado en contacto estrecho con Agustín, vale decir sus familiares, las personas del trabajo, los pasajeros del avión y del bus, hasta el momento se han encontrado a 30 pasajeros del bus de un total de 48, mientras que de los pasajeros del avión se han contactado 53 de 82 personas.

Todos los que han estado en contacto estrecho con Agustín deberán mantenerse aislados, hasta el diagnóstico del examen PCR su madre, su hermana, su abuelo que fueron los que tuvieron contacto estrecho con él. Por otro lado también sus amigos de la clínica: Matías, Don Tito y Luchito, Agustín no se ha contactado con ninguna de las personas que posiblemente podrían estar infectadas, por temor de enterarse de los nefastos diagnósticos.

Mientras tanto Agustín está ya en su hogar, aislado de todas las personas, para evitar así que el virus se propague, solo en su habitación, mirando por la ventana, el ambiente ya era tenso hasta que observó a una turba de personas que se acercaban a su casa, hay algunas personas encapuchadas, hay otras personas llorando, otros insultándolo, agarrando piedras y todo lo que tuvieran a su alcance para arrojarle a su casa, con el fin de destruirla, también se observan algunos medios de televisión, todo empeoró cuando supuestamente carabineros llegó a calmar la situación.

CAPÍTULO IV

El 14 de marzo se dieron a conocer los nombres de las personas (contactos estrechos de Agustín) que habían resultado contagiados, de los pasajeros del avión  no se contagió ninguna persona, mientras que sólo uno de los pasajeros del bus se contagió y ya está aislado de las demás personas cumpliendo la cuarentena respectiva. Su amigo Matías y su hermana Javiera fueron los únicos que se salvaron de no tener coronavirus, ya que Don Tito, Luchito, la madre y el abuelo de Agustín están infectados.

Al ir pasando los días algunos de los conocidos de Agustín iban empeorando en su salud, Agustín cambió su actitud y trató de estar comunicándose con las personas que contagió, pero  lamentablemente Don Tito tuvo problemas respiratorios y lo tuvieron que hospitalizar, su cuerpo macilento cada vez se puso peor y día con día su salud se deterioraba, hasta que lo tuvieron que intubar, su cuerpo ya no reaccionaba, pasaba todo el día acostado y durmiendo, pero por dentro sus recuerdos afloraban, recordaba cuando era joven y tenía que cuidar a su madre, ya que ella padecía de cáncer, vio cómo su madre se deterioraba hasta que murió, recordó el día que se convirtió en médico, cuando atendió a su primer paciente, cuando realizó su primera operación, cuando conoció a Agustín, cuando tuvo que sepultar a su hija con su esposa por un accidente de tránsito, estuvo cinco días intubado y el sexto día, Héctor Hernández “Don Tito” derramando una lágrima que le daba color a su pálida mejilla, falleció, dejando atrás una carrera de más de 50 años, convirtiéndose así en la primera víctima fatal de Covid en Chile.

Por otro lado después de los catorce días que dura la cuarentena, Luis “Luchito”, el hombre alegre que hacía el aseo en la clínica donde trabajaba Agustín, venció al virus, a pesar de que padecía de diabetes. Fue entonces cuando Agustín recibe  la llamada telefónica.

-Amigo, me salvé de morir, el virus ya no lo tengo

-Qué bueno,  siento mucho  haberte contagiado

-No te preocupes, ¿cómo están las demás personas?, no he sabido nada de nadie

-Hace dos días falleció Don Tito, me siento tan culpable por la muerte de él, ya que, era como un padre para mí.

-No debes sentirte culpable, tú no te diste cuenta de que estabas contagiado.

-Ahora debo preocuparme por mi madre y mi abuelo que igual están contagiados…

CAPÍTULO V

El abuelo de Agustín era de la tercera edad, su apariencia se puso muy parecida a la de Tito antes de morir, solo abría sus ojos un par de minutos al día. Un día uno de los médicos que se encargaba del  cuidado y recuperación de él, dijo que tenían que intubarlo, ya que le costaba mucho respirar su situación estaba muy complicada, al escuchar esto, Ramón que intuía que iba a morir, de manera  sorpresiva se levantó de la cama, se asomó por el balcón de la habitación donde estaba, y sin pensar en nada ni en nadie se arrojó, cayendo desde el octavo piso de la clínica acabando así con su vida por la preocupación y desesperación que le provocó ser portador de Covid, no quería que lo intubaran, ya que, sabía cómo terminaría, así que adelantó su muerte.

Por otro lado, aún faltaba que se mejorara la madre de Agustín, su salud estaba estable e iba mejorando al pasar los días. Mientras estaba aislada en su habitación de la clínica, escucha a unos médicos conversar, diciendo que un paciente portador del virus se acaba de lanzar por la ventana, la madre de Agustín se levanta rápidamente a mirar por la ventana, para corroborar lo que ha dicho el médico, pues era así, vio como a su padre ensangrentado y tirado en el piso se lo llevaban en una camilla. Era una gran impresión observar como su padre moría, y ella inmovilizada sin poder hacer nada, lo único que sentía era el latido rápido de su corazón, hasta que ese rápido latir siguió su desaforado curso originando una arritmia que le costó la vida.

Los cuerpos no pudieron ser reclamados, la normativa para las muertes por Covid era muy severa.

En tanto, Isabela también había sucumbido ante los embates de la pandemia.

La culpa comenzó a asolar a Agustín, varios de sus familiares, conocidos y amigos ya no estaban a causa del virus; virus que él propició.

Al volver a su trabajo a la clínica se dio cuenta de que el ambiente ya no era el de antes, decidió cumplir su labor médica y así lo hizo durante 6 meses, meses de gracia antes de que volviese a contagiarse y  la pandemia volviera a cobrar una víctima más.

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